Usualmente cuando pensamos en todo aquello que hace falta para poder darle una buena vida a nuestros hijos, enlistamos puntos como: tener un buen trabajo, contar con una casa, elegir una buena escuela, cuidar su salud, comprarles ropa y demás. No sería extraño que muchos de nosotros pasáramos por alto sumar a esa lista nuestra capacidad de hacerlos sentir amados.

Lo anterior no es jamás porque no amemos a nuestros hijos o porque no tengamos ganas de demostrarles afecto. Todo lo contrario, pensamos que nuestro amor es algo tan nato, fuerte y profundo que no necesita ninguna clase de refinamiento para ser óptimo o suficiente.

No obstante, el asunto no puede estar más equivocado. Saber querer y demostrar cariño requiere más que sentir amor; se trata de un asunto que requiere atención, comunicación, tiempo, esfuerzo, interpretación y más.

Amar a nuestros hijos

Es común que absorbidos por un día a día que nos obliga a estar lejos de casa para conseguir el sustento que nos permita satisfacer todas las necesidades de nuestros hijos, pasemos poco tiempo con ellos e intentemos llenar nuestra ausencia con muestras de amor efusivas, ya sea en el formato de cosas materiales, consintiéndolos demasiado o inclusive, dándoles fuertes lecciones o regaños (todos vivimos nuestra paternidad de una manera diferente).

Todo lo anterior no representa una afectividad saludable, una que no sólo haga a nuestros hijos sentirse amados, sino que también los apoye a desarrollar y comprender su emocionalidad y los prepare para una vida llena de emociones y sentimientos gratos y desagradables.

Una afectividad saludable dentro de la familia requiere de esfuerzos importantes por parte de nosotros, y aunque no es una tarea compleja la constancia es indispensable. Te compartimos a continuación unos puntos básicos:

¿Cómo lograr una afectividad saludable en familia?

Mantenerse atento a las emociones de sus hijos

Observar a nuestros hijos es una herramienta muy poderosa. Puede parecer demasiado simple, pero nos sorprendería todo lo que nos dicen con un gesto de su cara, sus manos en los bolsillos o una rascadita en la cabeza. Hacernos una guía mental de todos estos comportamientos nos ayudará mucho para saber, aun cuando ellos no nos lo digan, si están sintiéndose tristes, tienen miedo o están enojados, lo cual nos permitirá acercarnos con un mayor tacto y en momentos claves.

Escuchar de forma empática y validar sus emociones

Si somos afortunados y nuestros pequeños nos platican de su día, de lo que los hace sentirse bien o mal pongamos toda nuestra habilidad de escucha a trabajar. Todos sabemos lo desagradable que es hablar con alguien que no nos presta atención y nos responde de manera indiferente.

Detengámonos un momento y prestemos atención, demostremos interés y hagamos preguntas. Permitámonos conocer el universo interior de nuestro pequeño, esto no sólo lo hará sentir amado y acompañado, también nos acerca a nuestros hijos y a su mundo.

Expresar su cariño siempre que tenga oportunidad

Abrazos, besos, te amos: tal cual, si lo sentimos no limitemos nuestras ganas de empalagar a nuestros pequeños; un “te quiero” inclusive después de un regaño, cambia las cosas.

En ocasiones nos puede parecer complicado bajarnos a ese nivel de ternura, pero vale la pena realizar el trabajo necesario para lograrlo. Un vínculo de cariño llena de alegría y fortalece a la familia.

Poner límites de manera no violenta

Disciplinar es también una manera de amar, representa dar a nuestros hijos un manual para transitar la vida. Hacerlo respetando la integridad de los pequeños, explicando razones y por medio del diálogo reafirma aún más nuestra postura amorosa.

Nunca creamos que un regaño o un límite es antónimo de cariño, cuando en realidad es otra manera de expresarlo.

Como lo mencionamos, ninguno de los pasos es extremadamente difícil, basta con ser constantes y conscientes. Sin embargo, no olvides que todos vivimos nuestra paternidad de manera distinta; si te es necesario no dudes en pedir ayuda, recuerda que siempre podemos mejorar.

Soluciones integrales para escuelas

Acares Alianza Educativa es una empresa de consultoría educativa que provee soluciones integrales para escuelas privadas en México , así como talleres para padres de familia y profesores.

¡Lleva tu escuela al siguiente nivel!