Instituto Renacimiento

El estilo educativo heredado por María del Refugio nos da el camino por donde hemos de orientar nuestra labor educativa.

Filosofía

María del Refugio ofrece a la Iglesia un ideario que parte de su frase “en el centro de todas las ciencias está Dios” e incorpora elementos de diversos sistemas y métodos pedagógicos, dando preeminencia a los modernos que nos retan a hacerlo dinámico y adaptarlo según evolucionan los métodos y técnicas de enseñanza.

Nuestro interés es la formación de personas comprometidas con Dios, consigo mismas y con su entorno, que dan testimonio de la caridad universal haciendo sentir en el mundo su acción evangelizadora y liberadora como fruto del carisma eucarístico mercedario.

Principios y fines educativos

Los principios educativos que enmarcan nuestra filosofía y estilo educativo heredado por María del Refugio, nos dan las directrices o caminos por donde hemos de orientar nuestra labor educativa.

• Centralidad de la Eucaristía y vivencia Mariana
  En la Provincia de Nuestra Madre Santísima de la Merced estamos comprometidos a formar personas que por su participación en la Eucaristía se perfeccionen y configuren con Cristo: “formar en cada alumno un trasunto fiel de Jesucristo” (Cancino,1910).
  Descubrimos en María, primer sagrario, la presencia viva de Jesús entre los hombres; por ello, la devoción mariana es un signo que caracteriza a nuestra Provincia.
• Formación integral y promoción de la persona humana
  Formar y educar de manera integral atendiendo al desarrollo simultáneo de todas las facultades humanas y al desenvolvimiento pleno, natural y armónico de ellas (os) es el propósito fundamental de los colegios que integran nuestra Provincia. Por lo que buscamos enseñar con gran excelencia académica siguiendo el proyecto de Dios sobre la ciencia: enseñar las ciencias no como un medio de vivir ni siquiera por la ciencia misma, sino para conseguir la perfección. Nos esforzamos por conservar y organizar nuestra institución con programas actualizados para su desarrollo espiritual, cultural, pedagógico, tecnológico, deportivo y artístico, entendiendo esto como una educación integral.
• Disciplina preventiva
  En nuestros colegios se debe ejercer una vigilancia continua sobre los alumnos, convenciéndolos y persuadiéndolos para prevenir las faltas más que corregirlas. Por lo tanto la vigilancia preventiva debe ser un sello que caracterice a nuestra Provincia. Con base en lo anterior, se busca favorecer, orientar y guiar abogando por una educación basada en el amor, el diálogo, la solidaridad, el conocimiento previo de las reglas y normas que rigen nuestras instituciones. “El director y los docentes deben esmerarse en prevenir las faltas y procurar que los estudiantes se vayan educando por el propio convencimiento del deber”. (Art.7 constituciones de 1909 y art. 172 constituciones de 1919).
• Pedagogía del amor
  Procuramos que en nuestros colegios, las directoras, los maestros y todo el personal que colabora, sean guías espirituales y morales de los niños y jóvenes, teniendo como fuente principal el Amor que arde en el corazón eucarístico de Jesús. Por ello, la atención que se brinda es solícita y amorosa para dar respuesta a las necesidades que presentan nuestros educandos.
• Educación Liberadora
  En nuestra Provincia concebimos la educación como una función cultural humana y liberadora, enraizada en la misión misma de Cristo, de salvar y liberar a la humanidad, la educación como muestra de la verdad. Por lo tanto como miembros de la Iglesia, somos conscientes de nuestra presencia eficaz en el mundo y en la sociedad; y nos comprometemos a formar niños y jóvenes libres, reflexivos y alegres, responsables de sus propias acciones, que hagan vida el lema: “ser libres para liberar”.
• El centro educativo: “Gran casa de familia”
  Procuramos que nuestros colegios seas “La gran casa de familia”, anhelo de nuestra madre fundadora, un espacio en el que todos sus miembros convivan en armonía, se desarrollen en plenitud y se favorezca el gusto por el trabajo a través de la enseñanza. Para lograrlos somos conscientes de que es fundamental la participación de los padres de familia en la tarea educativa, convirtiendo el binomio familia-escuela en una “pequeña iglesia”, llamada a testimoniar los valores del Reino de Dios.